Malditos empresarios

La junta directiva de la Asociación Cántabra de Empresa Familiar quiere expresar su más firme apoyo a la familia Álvarez, de Grupo Armando Álvarez, en estos días en los que nuevamente se está poniendo en entredicho el esfuerzo y la aportación de las familias empresarias al bien común. Aparte de la solidaridad que sentimos con los artífices del mayor motor de prosperidad y bienestar social de la comarca de Torrelavega, también queremos dejar clara la perplejidad que supone para nosotros ver a los políticos locales tomar partido participando en manifestaciones y asumiendo una actitud totalmente populista en este año electoral.

Cualquier diferencia de opinión o de interés es lícita en cualquier ámbito. Lo entendemos perfectamente porque nuestras organizaciones son empresa y familia a la vez; todo unido, todo mezclado. ¿Qué familia no tiene diferencias? Y también sabemos que para arreglarlas es bueno que haya normas, códigos y actitud. Así funcionamos las empresas familiares para cumplir nuestro objetivo de perdurar en el tiempo y mantener viva la llama de nuestros fundadores. Estamos convencidos de que la familia Álvarez no está pensando en otra cosa que no sea hacer sostenible el grupo en años tan inciertos para la actividad empresarial.

Inquietud, conciencia y responsabilidad son virtudes de una familia empresaria. Sin embargo, parece que nadie quiera apreciarlas en estos días. Inquietud emprendedora para crear progreso; conciencia de que la empresa es la vida de la familia propia y la de todos sus colaboradores; responsabilidad de llevar el proyecto sano hasta la siguiente generación. Sin entrar en detalle en los términos de negociación que estén teniendo las partes en el conflicto laboral abierto en la empresa, sentimos la necesidad de decir bien claro que la gestión de la familia y su grupo de dirección es ejemplar y sostenible. Álvarez nunca dejará a nadie atrás y sus condiciones de trabajo siempre serán las mejores.

La Empresa Familiar lleva años intentando hacer ver a la sociedad que quienes constituimos este movimiento no somos “empresarios de puro y chistera”, sino personas trabajadoras e ilusionadas por mantener vivo el legado de nuestros padres. Sin embargo, no encontramos respuesta a nuestro esfuerzo y nuestros sacrificios en cierta parte de la sociedad. Nos sentimos caricaturizados y absolutamente frustrados cuando nuestros representantes políticos se manifiestan del lado de las personas que nos juzgan de esta manera. Si no nos quieren, no nos representan.

Lo más fácil es decir que el empresario es el fuerte y usar mensajes simples y populistas contra las familias empresarias. Lo cierto es que a veces uno se siente débil si se ve solo. Afortunadamente no es así y además la piel de las personas que tiran de las empresas es dura; abundan los hombres y mujeres resilientes. Por eso, como representantes de la junta directiva de ACEFAM, no tenemos duda de que ASPLA volverá a la unidad para sortear de la mejor manera los nuevos desafíos que se le plantean en el mercado global. Hoy no hablamos de una empresa en peligro, sino de una compañía que sigue tirando para adelante a pesar del vacío institucional de los que miran a corto plazo por interés propio.